SIMPLIFICANDO R-50
La persona humana, ser social, evoluciona día a día, año a año hacia su madurez. Toda criatura humana, por tener espíritu, “siente” la necesaria existencia de un ser superior. Poco a poco se pregunta la razón de su propia existencia. Pronto acude a Dios, sabe que morirá e intuye y descubre que la vida es un camino hacia el encuentro con El.
Día a día contempla las maravillas que le rodean y sus enormes pero limitadas capacidades personales: El fenómeno de la memoria, la grandeza de la inteligencia que razona, la tenacidad de nuestra voluntad, el poder de elegir y decidir… La persona ante la perfección de su cuerpo, la armonía de su funcionamiento, la belleza de sus aptitudes va comprendiendo qué es vivir y profundiza en su relación con Dios.
Toda sociedad a lo largo de la historia, ha buscado y establecido su propia relación con Dios. Siempre hallamos ritos comunitarios y ofrendas al Ser superior, sin olvidar nunca a sus antepasados.
Los cristianos, los que nacimos en una familia cristiana, nos encontramos con una religión fantástica. Cuanto más se profundiza en ella más pasmados nos quedamos. Nuestra religión es la heredera del pacto, la Gran Alianza, que hizo Dios con Abraham, enriquecida y perfeccionada con la Encarnación, Vida, Muerte y Resurrección del Hijo de Dios, que resplandece como la Obra más genial del Creador. Descubrimos que Dios ama a toda criatura creada y que a todo hombre y a toda mujer les infunde Su espíritu y que a todos les espera para estar con El toda la eternidad.
Toda criatura está inmersa en el conjunto universal que se rige por leyes inmutables, que le ayudan a su evolución y desarrollo. Los seres vivos tienen sus leyes de reproducción, supervivencia y de convivencia. Convivencia maravillosa en muchos casos como en las hormigas, las abejas, las aves, los leones… El hombre tiene la conciencia como la expresión viva de las normas de convivencia; y desde Moisés, tiene además, normas escritas. Los Diez Mandamientos no son arcaicos, son rabiosamente actuales. Pero el hombre es libre y puede decidir libremente cumplir o no estas reglas. La historia muestra como una sociedad que no sigue estas reglas de simple convivencia va a su destrucción.
Dios ama al hombre y espera de él que viva en su presencia, le ame y ame al prójimo. “Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos” esta es la simple y universal norma de toda sociedad humana.
Amar es ayudar, servir al prójimo como Dios nos ama, amémoslo a El y a todo lo que nos rodea. El amor es el gran ingrediente esencial para la maduración de todo ser humano. Y el amor es lo que nos conduce al encuentro con El que nos ama y espera.
Junio 2019
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