LEYES DE CONVIVENCIA R-47
El género humano es social. El hombre no vive solo. La Biblia nos habla de unas leyes que Dios dió a Moisés. En ellas encontramos las más elementales normas de convivencia.
En el ADN de los animales El Creador esculpió unas normas instintivas de convivencia que se transmites de padres a hijos y aseguran su supervivencia. El hombre tiene también instintivamente recursos para su supervivencia. Además, como creado a imagen de Dios, está dotado de espíritu y, gracias a él, busca a Dios, intuye el bien y el mal (conciencia) y es libre de aceptar o rechazar las normas indispensables de convivencia dadas por Dios.
El pueblo escogido tuvo el privilegio de recibir estas normas directamente de Dios. Pero todos los pueblos han adorado a Dios directa o indirectamente. Toda sociedad primitiva o más o menos evolucionada, sencilla o fuerte, grande o pequeña ha respetado la sabiduría, la honradez, las elementales normas de convivencia.
Si las normas establecidas por el hombre, por toda autoridad humana son desarrollo o especificación de las grandes líneas normativas expresadas explícitamente a todo hombre en lo que llamamos la conciencia, estas normas ayudan a la sociedad, sociedad que prospera en armonía y paz. El problema está en que la conciencia se expresa nítida en la infancia, pero el ambiente que rodea al individuo y sus sucesivas libres decisiones personales, desarrollan o ahogan la conciencia, que fue recta pero puede llegar a ser monstruosa.
Y la conciencia de cada persona, destello de Dios, conoce las reglas necesarias, maravillosas, fundamentales, expresadas explícitamente en el Antiguo Testamento: Amar a Dios, y al prójimo como uno mismo. Además conocemos la actitud de Cristo, modelo para todos, que fue siempre enseñar que Dios es Amor y nos ama, vivir en su presencia a la vez que amar y ayudar y servir al prójimo. Y esta regla mínima e inmutable sirve y es necesaria también en el Siglo XXI, para la convivencia y supervivencia de la humanidad.
Esta reflexión nos encamina a descubrir una gran verdad: la repercusión sobre otros y sobre la sociedad de todas y cada una de nuestras decisiones. Las normas de convivencia en una familia, en una empresa, en una nación… reflejan la conciencia de los que poseyendo cierto nivel de autoridad las decretan. Las personas que nos rodean: familia, trabajo, vecinos… toman sus libres decisiones de acuerdo con su conciencia y las normas que nos condicionan. Y estas decisiones se entretejen con las nuestras y dan lugar a la buena o mala convivencia. Y esta convivencia es el marco estructural dentro del que evolucionamos, y además será referencia inequívoca para las generaciones futuras.
Abril 2017
|
Copyright © www.reflexionesbreves.com |