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MARIA
“La madre del Salvador, del Mesías, del Señor…” como canta la Iglesia, se llama “Maria” Dice el Evangelio de San Mateo, que Maria “se halló que había concebido en su seno por obra del Espíritu Santo”. San Lucas en su cap. I versículos 26 al 28 describe con detalle y poesía los minutos que sustentan la Encarnación. Maria acepta los planes de Dios, y Dios se hace hombre. ¡Qué grandeza!
También nos explica Lucas que Maria fue a visitar a su prima Isabel y la alegría de Juan, no-nato, por sólo el saludo y la presencia de Maria. Isabel la bendice y ella canta el Magnificat. Cuando nace Jesús los Evangelistas nos describen la actitud de Maria. Más tarde, con José, presentan a Jesús en el Templo. Allí escuchan a Simeón y a Ana.
Luego huyen, emigran a Egipto, por indicación divina y a su regreso San Mateo nos explica que van a vivir a Galilea, al pueblo de Nazaret. San Lucas (Cap.II, 41-51) recoge una visita a Jerusalem, por la fiesta solemne de La Pascua, en la que Maria reprocha a Jesús que, sin decírselo, se hubiera quedado en el Templo; ellos estuvieron tres dias buscándole.
Durante treinta años estuvo Maria junto a Jesús, y Jesús junto a ella. Y en el tiempo de la vida pública de Jesús, creen los estudiosos que cuidó “a distancia” de su Hijo, que deambulaba por todo Israel. La intervención de Maria en las bodas de Canaan es una muestra explicitamente contada por el Evangelista Juan (II, 1-11). En la Pasión de Cristo su madre está presente y en el momento de su muerte Jesús se preocupa de que no quede desamparada y la emcomienda al más joven de sus discípulos, No es mencionada explicitamente en los episodios después de la Resurección de Jesús, pero es imposible imaginar que no se le apareciera: “La paz sea contigo” “Recibe el Espíritu Santo”, le diría.
Maria es el ser humano con más dignidad divina. Todos somos hijos de Dios, y Su proyecto es que vivamos eternamente con El. Pero Maria es la “hija” con más “espíritu divino” que existe y existirá. Pero además, su vida terrena, es para todos y para siempre un modelo de vida sencilla, humana, monótoma, con alegrías y penas, pero llena de amor a Dios y a los que le rodeaban. Además Ella es corredentora con Cristo. Luego su función salvadora fue y es muy poderosa, por voluntad de Dios. Demos gracias a Dios por ser de la raza hunana, tan superdignificada con Maria, y a ella pidamos que nos ayude en nuestro caminar. Ella nos comprende plenamente y tiene poder para, si queremos, conducirnos hasta Dios.
Enero 2009
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