LA PAZ R-48
El ser humano vive interrelacionado con todo lo que le rodea: atmósfera, sociedad, cultura, trabajo, amigos, familia. Según lo que respira, come, habla y oye, le acerca o le aleja de la felicidad. La felicidad es lo que busca y desea. Proyecta, lucha, vence o es vencido y, está contento o se siente desgraciado. ¿Cuándo se siente feliz? Un elemento esencial es tener paz. Paz consigo mismo, paz en los ámbitos de convivencia, paz social, paz en el trabajo, paz en la familia, paz como fruto de las decisiones tomadas libremente.
Cristo después de las luchas de su vida y de su muerte, regala a los que encuentra, El ya resucitado, regala la Paz. Es el don que El ha experimentado como el don de dones, y desea a sus amigos que sean hombres buscadores y ricos en paz.
Ante todo paz en la familia. Habrá paz si hay amor. Si hay amor habrá espíritu de ayuda y de servicio. Es importante valorar el equilibrio en cada uno de los miembros de la familia, y si es preciso poner los remedios necesarios. El ambiente familiar debe rezumar paz y serenidad. Es esencial para los hijos, para su desarrollo psicológico y equilibrio emocional. La paz de los primeros años deja huellas positiva a lo largo de toda la vida.
También en el ambiente del colegio, instituto, clubs deportivos, centros culturales (música, arte, manualidades etc). Es importante que el pequeño y el joven no encuentre hostilidad, gritos, imposiciones…sino nobleza, verdad, honradez, respeto, ayuda sincera.
En el trabajo es importantísimo un ambiente de respeto y paz. Son personas con las que se convive muchas horas de nuestro día a día. Se buscará la paz si es valorada por algunos. Si son muchos entonces se conseguirá.
Para que un hombre o una mujer crezca y se desarrolle plenamente necesita y precisa de paz no solo en la familia y en el trabajo, también en la sociedad municipal, regional o nacional en la que vive. La paz social es un don que se construye con la aportación humilde, pero eficaz, de cada uno de sus miembros, de cada uno. Uno solo que no la valore puede ser la chispa que incendie toda la multitud. Cada individuo en la sociedad, en la familia, en el trabajo, puede ayudar a la paz o puede encender la discordia.
Porque la célula de la paz es la persona. La responsabilidad de cada ser humano y sus decisiones son el detonante que encamina, en cadena, a los que le rodean hacia la paz, la concordia y el bienestar, o hacia la destrucción a corto o largo plazo. Estamos estrechamente relacionados y grande es la responsabilidad de nuestra libertad.
Busquemos, conservemos, valoremos la convivencia pacífica y recordemos que la paz es fruto del amor y del servicio. Una persona tiene paz cuando puede desarrollar libremente sus decisiones razonables, y según su conciencia, sin presiones externas: entonces alcanza su madurez y su felicidad.
Examinemos nuestra actitud y, llenos de ilusión, busquemos la paz para nosotros, que será también la paz para todos los que nos rodean.
Abril 2019
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