AUTOCOMUNICACIÓN R-40
El Dios Creador del Universo, el inventor de las leyes que ordenan el cosmos y la vida, el que sostiene el mundo, y la continuidad y evolución de cada una de las especies, ese Dios inalcanzable, que ha permitido que el hombre lo desee y lo busque, ese Dios se ha autocomunicado a la humanidad.
En la encíclica “Dominum et vivificantem” Juan Pablo II dice: “La fe, en su esencia más profunda, es la apertura del corazón humano ante el don: la autocomunicación de Dios por el Espíritu Santo”. (1)
El Antiguo Testamento describe la comunicación de Dios a su pueblo a través de Patriarcas y Profetas; Dios se da a conocer, da su nombre, se muestra como el Dios fuerte que enseña, ayuda, protege, exige, de normas de culto, gobierno y convivencia. El pueblo sabe que Dios le ama y confía en El.
La relación de Dios con el pueblo de Israel, el pueblo elegido, tiene como fin primordial preparar la venida de Dios al mundo como hombre. Este hecho tan inusitado lo realiza Dios para ayudar a la humanidad a caminar hacia El. Dios vino en persona para vigorizar y liberar al hombre.
La encarnación de Dios en Maria es obra del Espíritu Santo. Cristo, el Dios-Hombre, vivió y actuó toda su vida como el ungido por el Espíritu Santo, y después de su muerte nos regaló a los humanos su Espíritu como don. (2) Eso es, Dios se comunica al hombre mediante el Espíritu Santo que actúa sobre la conciencia y la razón. Entonces, el hombre, si quiere, cree.
Cristo, el Mesías esperado, es el rostro de Dios y nuestro modelo. Nos dio a conocer a Dios, su enorme amor, su enorme misericordia y su enorme fidelidad; su interés para conseguir que aceptemos su amistad (3) y vivamos con El para siempre. Cristo (que es Dios) amó, ayudó, sirvió, perdonó. El nos mostró la actitud paternal de Dios, y como espera Dios que vivamos nosotros como hijos (4), como el Hijo, nuestro modelo.
Gracias Dios, porque con el don del Espíritu Santo (Dios dándose, Dios comunicándose) (5) la conciencia del hombre se enriquece con nuevas capacidades con las que más conocerte, creer en Ti, amarte y esperar tu amor misericordioso.
Enero 2015
De la Encíclica “Dominum et Vivificantem”: (1) Párrafo nº51 (2) Párrafo nº14 y 22 (3) Párrafo nº34 (4) Párrafo nº54 (5) Párrafo nº1
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