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LA ORACION
Dios creó el mundo. Cristo nos mereció la filiación divina. El Espíritu Santo ayuda personalmente, ahora, cada dia, a cada ser humano, hijo de Dios. La Iglesia es la Institución que tiene como finalidad facilitar la comunicación entre Dios y el hombre.
No hace muchos años un anciano simpático, jovial y parlanchín, me hizo imaginar una ciudad moderna que a causa de una avería se quedaba toda ella sin electricidad; con gran maestría fué describiendo las calles, plazas, viviendas, hospitales, mercados, restaurantes, cines, granjas, iglesias, escuelas, ferrocarriles, almacenes, gimnasios, parques, fábricas, oficinas, puertos, hoteles, aeropuertos, teatros… y después de mùltiples detalles dijo: ¿Verdad que es necesaria e imprescindible, en una ciudad, la electricidad? ¡Pués más necesaria es para el hombre la oración!
Si la oración es imprescindible será facil y estará al alcance de todos. La oración es el espontáneo gesto de alzar el pensamiento hacia el Ser Supremo y Eterno La oración es el diálogo entre Dios Creador y su criatura. Y podemos rezar porque tenemos un alma espiritual. El alma es un don de Dios. La humanidad ha rezado siempre.
La oración surge inesperadamente en algún momento de la vida de un ser racional. Es la relación de amistad querida por Dios y buscada por el hombre. Dios toma la iniciativa en esta relación, pero no la impone y espera amoroso nuestra libre respuesta; mejor, nuestro libre deseo o nuestra libre disposición.
Si el hombre reza es que cuenta con Dios, y si cuenta con El, se siente en su presencia. Y esta presencia, a su vez, le ayudará a más dialogar. Diálogo que puede ser de agradecimiento, de adoración, de petición, de protesta, de ofrenda, de aceptación: Cada persona tiene una relación única y distinta con Dios. Tiene su modo de orar que, a su vez, no es igual a lo largo de toda su vida.
Cristo oraba y nos enseñó a orar. Los Apóstoles oraban y los cristianos de todos los tiempos han considerado la oración como el centro de su experiencia espiritual, de su relación con Dios.
El ser humano que reza descubre el Amor de Dios hacia él y. con ayuda del Espíritu Santo, desea amarle, y Le ama.
Sobre el diálogo de la oración, San Ignacio de Loyola dice: El es Dios. Yo le puedo hablar porque tengo espíritu y libremente Le reconozco, quiero la amistad que me brinda y no quiero entorpecer Su acción en mi.
Abril 2009
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