LEYES FÍSICAS R-46
La Biblia nos dice que Dios creó el mundo en siete días, o siete periodos de un largo proceso. Creó el Universo desde la nada y los científicos han descubierto que todo tiene un elemento común, unitario, que, obedeciendo a potentes leyes, ha ido formando las estrella, los planetas y todo lo que hay en ellos.
Este elemento común forma lo que llamamos materia: Astros, luz, energía, gases, minerales, ondas, planetas, animales…
Dios, a la vez que creó las leyes para obtener la materia, inventó las maravillosas reglas que la ordenan y rigen, y su comportamiento: Cristalización de los minerales, la fuerza gravitatoria, el movimiento de los gases y los líquidos, la mineralización de la tierra, la energía de la luz y del color, etc.
Y la supermaravilla es que esta materia, siguiendo la leyes establecidas por Dios, da origen a la vida, esto es, a las planta y a los animales, grandes y microscópicos. Dan origen i continuidad a la vida.
Y la vida se establece con múltiples y diversas secuencias.: Nacer, crecer, reproducirse y morir; un pez, un elefante, un pájaro, un microbio, un roble, una flor. Además, los seres vivos, disfrutan de leyes maravillosas de convivencia: hormigas, abeja, lobos, hongos, caracoles.
El el mundo no hay nada inútil: un astro sostiene a otro, la luz da vida, las ondas transportan sonido e imágenes, un animal se alimenta de plantas y otro animal se alimenta de el. Las plantas purifican la atmósfera y los seres vivos renuevan la fertilidad de la tierra.
El ser humano, que cree en Dios al observar estas maravillas, está inmerso en este universo material que tiene un principio y tendrá un fin. Nuestro cuerpo vive de esta sabiduría y funciona según estas leyes: Nacemos, crecemos, tenemos enfermedades, dolores, deficiencias, morimos según el natural devenir de nuestro ser; materia. Son etapas, episodios, secuencias, consecuencia de las leyes físicas a las que estamos sujetos.
Pero en el cuerpo material del hombre, Dios infunde Su espíritu, que nos capacita para pensar en El y buscarle. Este espíritu de naturaleza divina, enriquece nuestra naturaleza humana y nos hace libres e hijos de Dios.
La persona humana, cuerpo y alma, está inmerso en las leyes físicas, de las que es sujeto pasivo y, como no vive solo, libremente se relaciona con Dios y con todo lo que le rodea (seres humanos y naturaleza toda). Luego, es sujeto activo de unas reglas de convivencia.
Dios nos ha transmitido las normas útiles para la convivencia humana; Su espíritu orienta nuestra conciencia para que libremente las asumamos.
Los cristianos podemos recordar, además, que Dios se encarnó y, como hombre, se sujetó a todas la leyes físicas y de convivencia.
Marzo 2017
|
Copyright © www.reflexionesbreves.com |