R-37
LA ACTITUD
Dios Creador, Sabio, Omnipotente, se hizo hombre. Quiso experimentar, desde dentro, qué es ser humano. Y fue hombre viviendo con las debilidades y capacidades propias del ser creado; era libre y podía decidir, desear, rechazar… con una salvedad: por su naturaleza divina era incompatible con el pecado. Cristo Dios-Hombre es el Salvador de toda la humanidad: Con Su vida ha elevado al ser creado a su imagen y semejanza, a la categoría de hijos de Dios, y también consiguió para todos y cada uno la ayuda del Espíritu Santo. Además de Salvador es ejemplo de cómo desea Dios que viva todo ser humano. En los “hechos” que nos narran los Evangelios necesitamos descubrir “la actitud” de Jesús. Nosotros no podemos imitar lo que vivió Cristo, pero sí contemplar, profundizar, e intentar comprender sus actitudes. Sus actitudes frente a cada problema son nuestro modelo. El estaba inmerso en multitud de leyes físicas, y rodeado de las decisiones libres de sus contemporáneos, como todo ser humano. Así tuvo frio, hambre, sed, cansancio, enfermedades, sueño, calor, sufrió bofetadas, azotes, crucifixión; Dios Padre no quería que lo mataran, quería que nos salvara y fuera nuestro modelo. Pero Dios respetó las libres decisiones de los que le rodeaban, y respetó la perversa imaginación de los que mal interpretaban sus palabras, sus obras, su vida, su misión… y así, poco a poco, nació en ellos la envidia, la enemistad, el odio. Cristo aceptó la actitud de respeto y amor de Dios hacia los hombres y El respondió a todos y cada uno de los problemas, grandes o pequeños, con los que se encontraba, con la misma actitud, propia de Dios: amar. Eso es: Amar, ayudar, perdonar. Jesús es el rostro de Dios, es el Dios viviente entre nosotros y no puede tomar otra actitud. Para Cristo, hacer la voluntad de Dios, era aceptar y hacer suya la voluntad divina de amar, ayudar, perdonar y, como hombre, ofrecer. Para todo ser humano Cristo es el Modelo; como El, nuestra actitud frente a cualquier situación será la de amar, ayudar, perdonar, ofrecer. Con la ayuda del Espíritu Santo, María, en cada situación, tuvo siempre la actitud deseada por Dios. Que también nosotros, orientados por la luz del Espíritu y ayudados con su fuerza, decidamos y actuemos como Dios desea y espera.
Enero 2014
|
Copyright © www.reflexionesbreves.com |