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LA VIDA PUBLICA
Tres años, sólo tres años trascendentales para la história de la humanidad!. El universo, cuántos millones de años que existe, y la humanidad cuántos miles… y todos, todos son el tiempo marco cuya centralidad es la vida del Hombre-Dios. Y todos los segundos de Esta vida tienen un valor divino, pero los años de Su vida pública resplandecen con luz propia: luz que pasma, orienta y guia.
Jesús predicó el pensamiento de Dios y sus palabras eran verdaderas. Esa verdad que la humanidad buscó, busca y buscará estaba allí en la vida y en la voz de Jesús de Nazaret.
Se expresaba con sinceridad, interpretaba las escrituras, exponía verdades antiguas y nuevas. Escuchaba y respondía con sabiduría y bondad; siempre ayudaba a quien le pedía. A sus amigos y contemporáneos les explicaba lo que Dios espera de todo hombre y el camino para llegar a El.
Jesús oraba mucho y les enseñó a dirigirse a Dios como Padre, a hablar con El y a confiar en El. Fue íntegro en todo momento, pero la verdad que El regalaba no fue aceptada por todos. Como judío que era siguió la Ley y con su vida y sus palabras no sólo la cumplió, sino que la purificó, completó y perfeccionó. Pero pronto nacieron malos entendidos, suspicacias, temores, enemigos.
Jesús predicaba con amor sin hacer distinciones: a judíos, samaritanos, galileos, centuriones, pescadores, campesinos, recaudadores, sacerdotes, sabios, pobres, ricos, paralíticos, leprosos, vírgenes, esposos, viudas, rameras, Predicaba en la intimidad de sus amigos, a grupos o a grandes muchedumbres, por caminos y ciudades, en el Templo y en las Sinagogas, en público, a todo el pueblo. Para que sus palabras fueran asequibles a todos, y sus ideas fundamentales quedaran bien grabadas en el corazón de los humanos, enseñaba con frecuencia mediante parábolas.
Se rodeó de hombres sencillos que le acompañaban, le escuchaban, le seguían. Eran testigos de Su vida y de Sus milagros. Vivía en sociedad: escuchaba y socorría en sus problemas a todos y aceptaba invitaciones.
Pasó frío y calor, hambre y sed; se llenaba del polvo de los caminos. Comía y dormía donde se encontarba porque su casa la había dejado en Nazaret. Deambulaba de pueblo en pueblo y de aldea en aldea para convencer a más y más personas a que en sus vidas contaran con Dios. Decía: “Dios os ama; amadle vosotros a El”
No desaprovechemos la vida ni las palabras de Cristo. Sería como morir de sed sentados a la vera de una fuente cristalina.
Diciembre 2008
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